Hablar en voz alta un idioma que estamos aprendiendo hace que vayamos cogiendo mucha confianza para que luego, en las situaciones reales, no nos dé tanta vergüenza o no nos paremos tanto a pensar.
Bernardo, como era la bibliotecaria de villagrande, la señora montoya así a cumplir las reglas, estrictamente las que los niños conocían por hablar en voz demasiado alta sobre los libros que les gustaban.